#ArandaMeGusta


Porque no todo va a ser alimentar nuestros estómagos, porque alimentar el alma es igual de importante y porque hacerlo resulta tan placentero o más que el mejor de los bocados.
Porque en el término medio está la virtud y porque Aranda de Duero lo sabe, no solo nos ofrece espléndidas Jornadas de lechazo o rutas del vino, también nos tienta con otros alicientes que invitan (y más cuando el buen tiempo "asoma la patita") a dejarnos caer por allí.
Plazas y calles con un ambiente estupendo que empujan de igual manera a dar un paseo y perderse por sus rincones que a sentarse en una de sus terrazas y disfrutar del sol, de un cielo azul a rabiar y de una paz que por mucho que lo intentemos fuera solo saben transmitir las villas castellanas (eso hay que reconocerlo por aquello de "al César lo que es del César"...)



Kilómetros de bodegas subterráneas visitables recorren el corazón de Aranda y la otorgan esa sabiduría en el arte del vino de la que en muy pocos lugares más pueden presumir.


Visitas teatralizadas que recorren los puntos claves de la ciudad y que resultan ideales para la toda la familia. Convierten lo que para los más pequeños podría ser un suplicio (y para los padres un infierno mientras soportan sus quejas) en un rato super divertido. 


Rincones paseables, altamente recomendables por su belleza. Un anillo verde que sorprende mostrando flora y fauna a orillas del río. Imprescindible disfrutarlo en barca, si lo visitamos en época estival, o a pie, en caballo o en bici...Pero, por favor ¡Disfrutadlo!


Y por si todas las cosas que Aranda de Duero tiene y nos ofrece nos parecen poco, hasta el 10 de noviembre podemos disfrutar de Las Edades del hombre en sus Iglesias de Santa María y San Juan. 
Maravillosa exposición que cuando visité me impacto profundamente y sin duda os animo a no perderos.




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